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  • Andrea Moya

CINE DE PERSONAJES

Updated: Jul 14, 2022

Pocas personas considerarían una oferta para trabajar largas horas de gratis como una oportunidad, especialmente si son profesionales con años de experiencia.

Sin embargo, así es como lo describen Marisé Álvarez y Cordelia González, dos actrices veteranas de producciones por directores como Steven Soderberg y Oliver Stone, que decidieron dar de su tiempo y su talento a tres trapos de directores que están haciendo cine a fuerza de pasión e insomnio. A ellas se unen Efraín López Neris, Israel Lugo, Luis Gonzaga, Jaime Bello, entre otros actores, que felizmente regalaron dos o tres días de trabajo a estos jóvenes porque creían en su visión y en sus historias.

Es gracias en parte a estas generosas donaciones que tres directores muertos de hambre han arrasado en los festivales de cine locales y varios internacionales, dos fueron incluidos en el perfil sobre el nuevo cine joven en nuestra revista EA y dos se unen a un grupo de cinco cineastas puertorriqueños que van para Cannes ahora en mayo al Short Film Corner. Ellos son: Michelle Malley-Campos directora de Ráfaga, Ángel Manuel Soto director de La carta y Javier Colón director de Es mejor escucharlo.


Pero antes de Cannes sus filmes se dejaron ver nuevamente en el Rincón International Film Festival, celebrado el fin de semana pasado, donde los tres se llevaron los mayores galardones en su categoría (todos los resultados aquí). Entre los elementos que destacó a estos tres cortos entre los otros diez que se presentaron en la última noche del festival (además de guiones bien desarrollados) fueron las actuaciones.


Como mencioné, los tres utilizaron actores profesionales, pero sus elencos también incluían actores aficionados, hasta niños como en el caso de La carta. Esa consistencia es labor de los directores y me interesó conocer un poco más sobre esa dinámica entre actor y director.

“Cada director tiene su librito, nunca vas a encontrar dos directores parecidos”, admite Marisé Álvarez, que trabajó en La carta interpretando a una madre soltera y en Es mejor escucharlo como novia del protagonista. Sus actuaciones en ambas son tan diferentes que no fue hasta que vi los cortos por segunda vez que me di cuenta que era la misma actriz.

“Tanto Ángel como Javier estaban bien claros con lo que querían,” indica. “Pero estaban muy abiertos a descubrir cosas en el set.”


Ese balance entre cumplir con la visión del director y darle espacio a los actores a traer elementos nuevos al personaje y a la escena fue un elemento crucial en las tres producciones. Claro, cada director tenía su particular estilo de comunicarse con sus actores.

Ángel le entregó a Marisé un perfil de 8 páginas sobre su personaje—que, aclara Marisé, “es el trabajo que usualmente hace el actor”. Su meta con esto era que no hubiera duda para el actor, siempre también manteniendo una mente y ojos abiertos a cambios que Marisé y hasta los mismos niños podían traer para enriquecer la película.


“Quiero que cuando llegue al set que mi trabajo sea mantenerlos en personaje," dice Ángel, "por que ellos ya están ahí y trabajar con el [director de fotografía] para poder destacar esa actuación.” Añade que esa preparación incluso facilita su trabajo.

“Los actores son todos capaces de darte lo que necesitas,” destaca Colón, quien también ofrece talleres de actuación para la cámara como parte de su compañía Spanglish Films. “Uno llega a conocer el estilo de cada actor y cómo trabajar con ellos. Algunos sólo le das un verbo y otros hay que decirles mucho.” Pone como ejemplo los estilos de Jaime Bello y Efraín López Neris. Bello fue el actor que más le pidió. Colón se pasó toda una noche hablando con él sobre su personaje, un hombre enfermo, postrado en una cama, padre del protagonista. Por otro lado, a López Neris no le tuvo que decir nada para que entendiera su personaje y diera una tremenda actuación. “Si le decía algo lo dañaba”, agrega Colón.

Por su lado, Michelle tenía largas conversaciones con sus actores sobre los personajes. “Era como terapia, hablando de qué le estaba pasando a esta persona.” “Yo creo mucho en esa conversación entre actor y director,” añade Cordelia González, quien interpreta una madre que de superficie es la antagonista en el corto Ráfaga pero que también, en su manera, es víctima de la situación. “Partimos de imágenes generales y después yo entraba en los detalles.”


Así trabajaba con todos los actores y una vez en producción, volvían a esas conversaciones antes de rodar para sacarle la intensidad necesaria, en particular en los momentos más dramáticos del filme.


Las mejores actuaciones nacen de esas conversaciones que incluso son un reflejo de un respeto y confianza mutua entre director y actor. Mientras el director está pendiente a todos los elementos de la producción y cómo funcionan juntos, los actores enriquecen y le añaden sus toques particulares.


Y en este tipo de cine, los personajes son el elemento más importante ya que son historia personales, íntimas, de poco presupuesto. “Es un cine de personajes,” describe Ángel.

Además de proyectos que han sido exitosos, Ángel, Michelle y Javier han creado reputaciones como personas con las que es chévere trabajar, importante cuando nadie está cobrando.

“Fue una experiencia de la que estoy súper orgullosa”, mantiene Marisé de trabajar con Ángel y Javier. “Son directores jóvenes que quieren dar caña.”

Igual Cordelia expresó tener mucha fé en esta generación notando que “son modernos y profundos a la vez.”


Pero más que nada, se ve que trabajan con un desempeño de profesionales.

“Los buenos directores no hay diferencia si están haciendo un corto o dirigiendo una producción gigante por que es la pasión que le ponen al trabajo”, explica Cordelia. “Ves esa passion. Aunque está dirigiendo un corto ves que tiene el peso del mundo encima. No importa se la producción es de $60,000 o de $10,000, es lo mismo.”

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